Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas.
Pablo Neruda

miércoles, 7 de marzo de 2012

Antevasin


Vagando sin rumbo por esta incubadora de sueños, la ciudad donde tantas veces me he perdido y vuelto a encontrar, la cuna de poetas, mi fuente de luz y de inspiración, radiador de la exageración de todas mis emociones, me pregunto en cuantos pedazos más tendré que seguir partiendo mi corazón. Embriagada ya de nostalgia por los sueños tuve y por lo que fui, brindo por los sueños que tengo y lo que soy.

Busco una tierra fértil donde pueda florecer un ambiente de libertad, de tranquilidad y de evolución constante, alguien en quien confiar y no de quien protegerme. ¡Qué irónico que uno invierta la mitad de su vida en adivinar lo que busca, para después desperdiciar la otra mitad en intentar sin éxito encontrarlo! Me siento cansada de buscar la estabilidad y no encontrarla. A veces pienso que soy como un electrón y que quedará para siempre imposible conocer mi posición y mi velocidad al mismo tiempo. Intentando crecer en medio de este huracán que no se detiene jamás, no me queda más que arrojarme al viento que me rodea y seguir volando disfrutando cada instante, sin rumbo, construyendo sueños en mi mente.

Afuera llueve y todo es obscuro y gris. La profundidad del paisaje solo puede apreciarse a través de la luz y el movimiento que llevo dentro. Cierro los ojos, aun teniéndolos abiertos. Solo en completa obscuridad se puede observar con claridad un pedacito de cielo estrellado. Me dejo envolver por la paz y el silencio me cobija. Me dejo encontrar por el lugar donde no hay miedos, ni dolor, ni futuro, ni preguntas. Dejo a las percusiones apoderarse de los latidos de mi corazón. ¡Qué placer infinito de poder ver a Odeón cada noche sobre mi cabeza! Darme cuenta que aun con todo lo que ha pasado, Betelgeuse sigue brillando con la misma intensidad y las Pléyades siguen tan juntitas como antes. ¡Qué maravilla que la vida siga, incansable y sin detenerse!

No hay comentarios:

Publicar un comentario