Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas.
Pablo Neruda

miércoles, 29 de febrero de 2012

El “No name man” de Winding Refn

Como este es un espacio para los corazones incomprendidos como el mío (quien experimenta este sentimiento particular y hondamente en este momento), voy a aprovechar esta oportunidad de la vida y el internet para liberar mis sentimientos.

Acabo de ver “Drive” del danés Winding Refn. Después de haber leído que se llevó la palma de oro en Cannes el año pasado, debo subrayar que esperaba más de esta película. Y es que creo que hasta un penoso “Fast and Furious” tiene mejores escenas de carros. Que frustrante es ver las hermosísimas naves que te hacen babear cuando te las pasean en frente y que casualmente ¡nunca corren! Bueno, ni siquiera las encendieron…

El papel del por demás hermoso Ryan Goslin me pareció excelente en el sentido -estrictamente mudo- del personaje. Debo aceptar públicamente que me fascinan los hombres a la “No name man” (Clint Eastwood en las spagetti westerns de Leone) que no hablan y solo actúan (siempre me he preguntado ¿por qué Zeus dejó de crear a los hombres así, tipo “menos plática y más acción”? Y en cambio, nos abandonó con esta bola de pelafustanes que hablan hasta matarte de un ataque de lánguida aburrición). El rol del Goslin, además de no tener nombre (es simplemente “The Driver”), resultó ser más bruto que el del Clint Eastwood, ya que abandona el dinero al final de la película (¡!). Perdón para los que no hayan visto aun la película… Me disculpo además y por adelantado por la carga emocional personal en el siguiente comentario, pero para mí, la gota que derramó el vaso, lo que hizo que florecieran en mi unas ganas desbordantes de abandonar la sala, fue la máscara de látex que usa “The Driver”, la cual era idéntica a la cara de látex de mi ex-novio. Simplemente re-pul-si-vo.

El papel de la protagonista, Irene, me pudo sacar de quicio. Me castra sobremanera ver el rol de la mujer desvalida, que necesita que la protejan. La idiotita que no sabe nada, que no se entera, que no ve, o más bien dicho ¿qué, no ve? El verdadero rol de la mujer en una película de carros, acción y stuntmen se puede apreciar deliciosamente en Death Proof de Quentin Tarantino. He dicho.

Cambiando de tema de los roles y hablando de la trama, hay que reconocer que aunque la historia es completamente lineal, la película está bien editada y hace pequeños saltos en el tiempo. Bien ahí. Pero que alguien me explique por favor ¿quién se va a creer que un solo hombre es capaz de desmantelar toda una organización criminal asesinando él solito a todo el organigrama? Paréntesis aparte, pobre Ron Perlman que tiene una cara de que se escapó del Planeta de los Simios que no puede con ella… y sin maquillaje.

En fin mis queridos lectores, creo que ya se habrán podido percatar que me invade el coraje por haber perdido casi cuatro horas de mi vida (2 esperando que comenzara la película y 1.5 de película) para una película tan chafa… Creo que lo único que disfrute infinitamente fue el hecho de que la pequeña sala de cine donde vi “Drive” me recordó a la sala del cinito Morelos donde disfrute tantas y tan buenas películas durante muchos años.